En el ámbito social el alcance es, sin duda, mucho mayor. No olvidemos que en un país con grandes desigualdades sociales –Jorge Basadre afirmó que nuestras grandes tragedias nacionales se originaban en el “abismo social” que hasta hoy nos escinde– fundar y sistematizar centros de tecnificación para las clases populares y mantenerlos vigentes por más de un siglo, no puede sino ser reconocido uno de los más grandes aportes hechos por alguna eclesiástica al país en sus dos siglos de vida republicana.

 

Este último aspecto fue sintetizado por padre Mario Mosto en una frase: “Formar para el trabajo es colaborar en la construcción de una patria nueva”. Y esa patria nueva, ese país mejor y más igualitario que, en muchos aspectos, tenemos respecto al que existía hace ciento treinta años, contó en su construcción con el aporte educativo de los Salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora.